viernes, 16 de octubre de 2009

El primer brote de fiebre amarilla, que en 1742 una vez más diezmó la población de manera sustancial. A pesar de esta dramática situación por la que debió pasar, Guayaquil pudo sobreponerse y continuó siendo no solo una ciudad en expansión sino, además, una de las ciudades más prósperas de América, ya que se había hecho rica gracias a las exportaciones de cacao y otros productos como jarcia, añil, café, maderas finas, zarzaparrilla, tabaco, alquitrán y azúcar que, a través de su puerto, salían con destino a México, Centro América, Perú y Chile;

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