Mientras perteneció a Lima, se vio amparada por los virreyes del Perú y elevada a categoría de Primer Astillero del Mar de Sur y uno de sus más importantes puertos; con permiso para comerciar con los puertos de Nueva España a pesar de la prohibición existente medida esta última que la enriqueció inmensamente y fue el origen de su predominio y primacía durante los siglos XVII y XVIII.
Una Real Cédula separó la Audiencia de Quito y con ella a Guayaquil del Virreinato del Perú, y entonces las cosas tomaron otro rumbo.
Los Virreyes del Perú se dedicaron a hacer del Callao el primer puerto del Mar del Sur, y a no desaprovechar la ocasión para quitarle a Guayaquil todo lo que sus antecesores habían conseguido para ella.
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